Recuerdos de infancia: un postre en la vida

Alicia Alarcón Nava

Mejor No, porque se me olvida Tepic…  es la historia de la familia González Robles narrada por la voz de Magda, la cuarta hija de siete, quien cuenta sobre los primeros años de vida, el origen de sus padres, la relación con sus hermanas, la vida en provincia, las tradiciones y costumbres, los platillos típicos, la música y los personajes emblemáticos de Tepic. Anécdotas que nos resultan familiares porque todos nos identificamos con alguno de estos aspectos.

Estamos en Cuernavaca, medio día. Magda camina con paso firme, su cabello plateado está perfectamente arreglado. Enfundada en una blusa verde que hace juego con sus ojos, busca con curiosidad el lugar donde será la entrevista. Entramos a un café. Se escucha música de fondo “La vida en Rosa”, “A mi manera”, “Luna Azul”, “Humo en tus ojos” que nos acompañan en la hora de la conversación. Escenario perfecto para platicar de su libro intitulado Mejor No, porque se me olvida Tepic, el cual transcurre en la década de los cincuenta.

Magda fue una niña privilegiada, con un hogar sólido, integro. Durante el transcurso de su vida, fue guardando como tesoros aquellos momentos inolvidables que la hicieron feliz. La primera ocasión que se planteó escribir cursaba la preparatoria. Pasó el tiempo, sin prisas surgieron las primeras ideas, frases, capítulos hasta que por fin culminó con esta obra de doscientas páginas cuyo contenido se integra en nueve partes, y a la que había titulado inicialmente Recuerdos y alegrías de mis pasados días… Nos cuenta:

“Cuando evoco el pasado, me veo en el hogar en que transcurrieron los primeros años de mi vida, en un pequeño pueblo llamado Estación Ruiz, Nayarit, en la costa del Pacífico mexicano. La primera imagen que me viene a la memoria es estar sentada en una pequeña mecedora a la puerta de la casa al anochecer. Hacía calor y mi papá, sentado en una mecedora grande, contaba algún cuento a la amable concurrencia, cuatro niñas que absortas escuchábamos sus relatos, atentas a sus ademanes y gestos porque hablaba de bulto…”

Esta sucesión de recuerdos estará presente en toda la obra, y hace que nosotros también nos venga a la memoria alguna anécdota semejante. Escenarios construidos a lo largo del libro, que los lectores vamos imaginando su infancia en Nayarit, por ejemplo, la estación de tren en Ruiz, donde había un termómetro que marcaba 40 grados centígrados casi todo el año, y que por su falta de movimiento parecía pintado.

El libro inicia con una dedicatoria a todas las personas que por diversas circunstancias no pudieron tener una feliz infancia, fundamento importante para acercarnos a la lectura de un texto que, de manera cotidiana, sencilla y con buen sentido del humor nos muestra que la vida podemos tomarla sin complicaciones, y ante la adversidad siempre existirán formas de seguir adelante.

Dentro de sus recuerdos hay varias anécdotas interesantes entre ellas, la del pasaje histórico que el papá de Magda contaba sobre el H. Batallón de San Blas, “un contingente de hombres viejos, pero valientes, que vivían en el puerto de San Blas, aquí cerquita, decidieron ir a defender la patria. Partieron con sus uniformes y las armas que tenían, pero carecían de balas y bandera”. Asimismo, la historia de Alejandro Manzo, compositor de Las Mañanitas, la autora señala que no se le ha dado el lugar que merece, “Se dice por tradición oral, que algunos versos son de Amado Nervo, que se incorporaron a Las Mañanitas, porque se refiere al rey David, que en muchas ocasiones él metía algo religioso en sus versos”. Cabe señalar que este dato me llevó a investigar en la Fonoteca sobre la canción, resulta que es la más popular del país, y que es de las más escuchadas. Más adelante refiere, el accidente automovilístico de su papá, Jesús González de la Vega, situación que vino a cambiar la vida de la familia. Finalmente, el adiós de su tierra natal a Ciudad de México: “Me costó un triunfo que me dejaran salir. Cuando llegué a México las primas me dijeron, que secretaria bilingüe ni que nada. Estás muy chica. Nadie te va a contratar. Se van tú e Imelda a hacer el examen de admisión para la Preparatoria que es mañana”. Magda se licenció en Sociología en la UNAM. Al casarse se fue a radicar a Tampico, donde impartió la materia de Sociología y Trabajo Social a la primera generación de médicos en la especialidad de Medicina Familiar en el Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS. Posteriormente, vino a radicar a Cuernavaca, en donde lleva más de tres décadas, en cuyo lapso superó el divorcio, cuidó y educó a sus hijas, que para sobrevivir recibía de intercambio a extranjeros que venían a estudiar español, entre otras actividades. Magda se define “Más que feliz soy tranquila”.

 

–¿Cuánto tiempo te llevó escribir tu libro?

–Muchos años. Escribía y escribía anécdotas, sin prisa. La historia de la familia no me llevó mucho tiempo porque la tenía asimilada. Después pensé en contar algo no tan familiar sino historias que nos contaron a nosotros, tuve el privilegio de conocer a don Jesús Romero Flores, el constituyente, que vivía enfrente de mi casa, quien me contó historias bonitas, algunas incluidas en el libro.

 

–Me llamó la atención la dedicatoria.

–Tuve la fortuna de contar con una muy buena familia, magníficos padres y una infancia feliz. Cuando me fui a radicar a la Ciudad de México en una residencia universitaria, las chicas me contaban su vida. Escuchaba de ellas que la mayoría no tuvo una feliz infancia, eso me hizo que yo pensara en escribir un libro sobre las cosas bonitas que yo recibí. Esa fue mi idea inicial. Mucho tiempo después, tuve a mis hijas por lo que fue otro deseo, mostrar mi vida en Tepic.

 

–¿En qué convergen Cuernavaca y Tepic?

–Tienen mucho en común, los dos están a mil doscientos metros sobre el nivel del mar. El clima muy parecido, incluso las mismas plantas, la diferencia es que Tepic tiene cerca el mar, está a 25minutos. Allá se siente más calor porque es más húmedo.  La gente es buena, amable. Hay mucha similitud. Por eso yo le decía a mi papá que se viniera a vivir conmigo.  Me dijo que no porque se le olvida Tepic.

 

–De los personajes ¿cuál fue el que más te gustó?

–La Nina, que tenía siempre una historia en la mente. Influyó mucho en todas nosotras. También Conchita Moños, fue muy delicada y muy legendaria, todo mundo la conocía. Me interesó mucho don Jesús Romero Flores porque aprendí mucho de sus pláticas. Hay personajes simpáticos como Nacho, quien siempre estaba echando bromas y había muchas cosas que me caían bien.

 

–¿Fue difícil recopilar las anécdotas?

–Fue fácil. Fue placentero escribir porque me daba risa recordar muchas cosas.

Nada de nostalgia ni melancolía. Solo hay un detalle, lo de mi papá, que mucha gente no lo conoció, y que vea el esfuerzo que se puede hacer entre todos y lograr un objetivo. Mi papá se curó gracias a la familia que estuvimos al pendiente, ayudándolo. Es una cosa muy significativa que él recobrara la mente, fue muy importante porque él nos dedicó mucho tiempo y nosotros se lo devolvimos. Eso no sucede ya ahorita. Las familias han cambiado. Ya no hay tantos valores. Se les ha inculcado mucho el que seas tú, primero, y siempre tú. Hay mucho egoísmo. A nosotros se nos inculcó mucho el dar. Así como nos dieron nosotros dimos. Mis papás se esforzaron por nosotros, y nosotros después por ellos. Actualmente ya no es así, los hijos tienen otra formación.

 

–Cuando empecé a leer el libro trataba de encontrar la frase que le dio título, y la encontré al final de la historia. ¿fue deliberado?

–Sí, lo dejé al final porque quiero que lo lean. Se van a identificar con él. Hay muchas actitudes mías que las tienen otras personas. Por ejemplo, el tema de la migración. Tú tuviste que haberte ido de tu ciudad a estudiar a la Ciudad de México.

 

–¿Por qué ya no regresaste a Tepic?

–Me casé, y luego viví en diferentes ciudades. Regresé cuando fui a cuidar a mi papa, estuve como un mes nos turnábamos para estar con él. Tengo 38 años viviendo en Cuernavaca, y en Tepic viví 16.

 

La tierra de Amado Nervo es y será siempre recordada por Magda, quien sigue teniendo muchas anécdotas por escribir, ojalá nos vuelva a regalar otro postre como este su primer libro, el cual se presenta este miércoles 8 de febrero, a las 4:30pm, en el Museo Soriano de la ciudad de Cuernavaca.

One Comment;

  1. Bárbara said:

    Gracias, Alicia, por acercarnos a la autora y a su natal Tepic. Un abrazo.

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