La poesía es para compartirla con toda la gente. Yo soy un poeta popular: Fernando Rivera Calderón

Alicia Alarcón

Fernando Rivera Calderón llegó puntual a la cita; jovial, simpático, amable, seguro de sí mismo. El propósito de nuestra conversación, La música del fuego. Antología poética (FCE México 2023), su poemario compuesto por cinco libros (Llegamos tarde a todo, Electrodomésticos, Cinturón de asteroides, Juan Gabriel y La música del fuego, además treinta y tres Epitafios), el cual considera una mezcla musical de un todo, al estilo de “Atom Heart Mother” de Pink Floyd, o “Sell Out” de The Who.

“Es como después de oir una sonata, escucharas una sinfonía, y luego un jingle publicitario, y luego una canción infantil, o como cuando vas paseando en Chapultepec por el pasillo de los vendedores que tienen sus radios encendidas, que no distingues. Un caos y un todo”, explica.

Fernando es chilango; reconocido y admirado por su público; comprometido con la política y cultura del país. Puedes toparte con él en presentaciones de libros, en las calles y bares de Coyoacán, en el metro, en conciertos urbanos con su banda Monocordio. Escucharlo los viernes con Julio Hernández, en La mesa del más allá. Por la televisión pública en Me canso ganso, y Operación Mamut, entre otros, y si escribes su nombre en internet para encontrar algunos datos, sale una larga lista de lo que ha hecho: músico, locutor, actor, conductor, compositor, periodista y escritor.

–Respecto a tu poemario ¿cuánto tiempo te llevó realizarlo?
–Me ha llevado muchos años, más años de los que realmente dediqué a escribirlo. Desde niño estuve rodeado de libros en mi casa. Había tertulias donde me tocó conocer a Jaime Sabines. Desde entonces empecé a escribir mis poemas. Tenía 17 años cuando algunos los llegué a publicar en el suplemento cultural de El Nacional, así como en El Búho.

–¿Cuando escribes piensas a quién va dirigido?
–Escribo para que me lean. Pero no pienso en nadie en específico. Temas insólitos que ningún poeta ha escrito como por ejemplo el pastelazo de un payaso (Soneto del pastelazo), por cierto, dedicado al clown Leo Bassi con quien tomé un curso. Aunque muchos poemas evidentemente tienen una raíz personal; muy íntimos. Hice un poema sobre un vampiro (El vampiro insomne) pensando que fuera para niños, para el niño que yo fui porque me gustan mucho los vampiros, y está raro porque lo incluí en el poemario y no hay ninguna advertencia.

–En tu poemario encuentro aforismos, cuento breve, chistes, juegos de palabras. Esto permite al lector sentir empatía con el autor. Lo que escribes nos es común.
–La empatía para mi es una postura, así he sido siempre; es un modo de marcar una diferencia con mis colegas escritores. A mí me gusta todo. Estoy acostumbrado a escuchar escritores que desprecian a sus lectores, a sus colegas; se sienten hechos a mano, les chocan las firmas de libros, o bien, no pueden ir a una feria del libro en sábado porque está lleno de chamacos. Es decir, este país está lleno de escritores mamones y chocantes que quieren ser leídos y no quieren convivir con la gente. Todo lo hacen por dinero, por reconocimiento, por ganarse premios, y becas. No son empáticos y luego su literatura se vuelve muy banal porque son tan soberbios y quieren acceder a tantos temas que no investigan, solo se ven a sí mismos.

–Tu poema Llegamos tarde a todo, es triste.
–Llegamos tarde a todo se publicó en Almadía, hace seis años, en ese libro cambiaron muchos poemas para esta edición, algunos les di cuello. Me gusta hacer poemas y canciones porque te proyectas y te expones. Cuando leo Tick Tock, observo la exposición tan descarada de la idiotez humana. La gente muestra su estupidez con orgullo, y además se aprecian de la ignorancia que tienen porque es como el orgullo de no saber. El orgullo de ser pendejo, y eso me parece muy triste porque habiendo espacios donde podemos dignificar el pensamiento, el ingenio, la creatividad. A mí me gusta que mis poemas los puedan leer niños no escribo de una manera complicada. Hay muchos autores que me guían en este juego perpetuo, en el insomnio, en la borrachera, me gusta buscarme a mí. Nos calentará a todos la misma hoguera estamos alrededor de un mismo juego, compartiendo la palabra, nuestras impresiones sobre el mundo.

–Tu poemario ¿qué tiene que ver con el Aleph de Borges?
–Mucho. No solo el Aleph, sino todo Borges. Es como un libro que tiene muchos caminos, en la página que sea puedes entrar y vas a encontrar como una ruta y al final todo llega a la misma parte, a una sustancia que tiene que ver con lo profundo, lo filosófico, pero también con mucho sentido del humor.

–De esa influencia borgiana, ¿te viene la brevedad y lo lúdico en tus escritos?
–Siempre he amado la literatura breve. El valor de lo breve es que tiene una potencia infinita. Me impactó mucho Borges, pero también Cortázar, quien tiene cuentos de tres líneas que son geniales. Juan José Arreola, los poemínimos de Efraín Huerta; los aforismos de Rabindranath Tagore. Borges ha sido como un referente para mí. Cuando tuve la oportunidad de ir al festival de cabaret en Buenos Aires, obviamente fui a visitar todos los templos borgianos. En la Biblioteca Nacional de Buenos Aires que dirigió Borges, en ese tiempo dirigía Alberto Manguel, tenía una exposición con objetos de él. Había varias libretas que no dejaron fotografiar, y yo tuve que infringir un poco las reglas porque le tomé una fotografía a un cuaderno de Borges, del que escribo un pequeño poema (El cuaderno de Borges), que en realidad es una descripción de esa libreta”.

–Si tu poemario tuviera que ser un instrumento musical ¿cuál sería?
–Un piano calcinado. De hecho, la portada del poemario es un piano así. Cuesta trabajo verla porque es una foto en blanco y negro. Pero me gusta justo por eso porque se ve una textura de madera quemada y cuando te fijas es un piano que sobrevivió al incendio, pero ya está hecho casi cenizas. Me encantó esa imagen. Es una metáfora porque me siento como un músico que está tocando un piano que se está quemando. Que es algo que hizo Jerry Lee Lewis.

Poesía y Joaquín Sabines, Carlos Montemayor, Fernando Marcos

–Tengo entendido que Jaime Sabines es uno de tus poetas favoritos.

–Lo conocía porque unos amigos cercanos a mi familia son chiapanecos y en las fiestas a veces iba. Él era muy impactante porque todos lo amaban, era un rockstar de la poesía. Lo querían mucho, y él se dejaba querer. En una de esas fiestas, el hijo de los amigos de mis papás había escrito también un poema, y se lo llevó a Sabines (yo lo acompañé). Sabines sin preguntar paró la fiesta, y nos dijo que iba a leer el poema de este niño. Yo estaba impactado. Fue como el poeta que me permitió acceder a la poesía porque yo leía a Octavio Paz, a José Gorostiza y no entendía nada, era un chavo.
Fernando cuenta que, en otra ocasión, cuando trabajaba en El Nacional, llegó su amigo fotógrafo Jorge Claro León quien le dijo que iba a tomar fotos a la casa de Sabines, ya que se le había otorgado la medalla Belisario Domínguez. ¿Vienes o qué?, le preguntó a Fernando. Sin importar que estaba en horario de trabajo, salió corriendo a la casa de Sabines.

En ese momento era su crush. Lo saludó, a la vez que le recordó el vínculo con su amigo común. Ya no lo soltaba y no quería soltarle la mano. Entonces se empezó a reír con él lo que generó una empatía, ya en confianza le dijo que tenía miedo de conocerlo porque era su ídolo. Sabines, a la vez, le advirtió el peligro de conocer a nuestros ídolos. “Yo no lo recomiendo, dijo, porque a mí me fue muy mal cuando conocí a Pablo Neruda. Resulta que le llevé mis poemas a su casa, entonces encontré a Neruda en la tina de baño encuerado como manatí, todo arrugadito”. Sabines guardó sus poemas y salió del lugar todo sacado de onda.

Otro momento muy bonito fue el del poeta Carlos Montemayor. Recuerda cuando le dio a su papá varios poemas para que se los entregara en una de las muchas reuniones que tuvo con él, y le dijera qué pensaba de la poesía de Fernando porque cuando se es adolescente, explicó, necesitamos la validación de otros. Pasaron como seis meses, y un día llegó a su casa un par de libros y una carta firmada por Carlos Montemayor, la cual decía que había leído los poemas del entonces joven Fernando; celebraba las temáticas e inquietud por hablar de muchas cosas. Sin embargo, señaló que le faltaba ritmo… música. Le aconsejo afinar los poemas. Consejo que a la fecha realiza.

Finalmente, el caso de Fernando Marcos, cronista deportivo. Refiere que ambos trabajaban en la sección de deportes de El Nacional. Entonces Fernando Rivera con 17 años de edad, redactaba crónicas de lucha libre. Pero cuando acababa de chambear, metía una hoja en blanco a la Olivetti para teclear sus inspiraciones poéticas. Un día don Fernando Marcos lo descubrió, por atrás estaba viendo cómo escribía, y le dijo “ahora entiendo por qué usted no sabe nada de deportes. Es que usted es un poeta. ¿Me deja llevar su poema para leerlo en la radio?”. Esa tarde, Fernando Marco, en su comentario editorial alabó el trabajo de su tocayo, y enseguida el poema fue leído al aire.

–También mencionas a Tito Monterroso.

–Monterroso, sí con quien tuve una experiencia muy lamentable porque lo hice enojar. Le pregunté algo que no le gustó y se enojó mucho, y eso que yo lo admiraba mucho.

–¿Qué le preguntaste?

–Escribió una autobiografía, creo fue su último libro, que la verdad, comparado con su obra fantástica -ya lo puedo decir-, era una biografía a mi gusto bastante equis. Le pregunté que cómo un hombre con una imaginación tan poderosa, que logró entrar a universos fantásticos había decidido hablar de su vida, si son tan comunes, y bueno justo ahí se enojó por eso, al decirme que “si me parecía que su vida es una mamada, pues no sé para qué me vino a entrevistar, es más en este momento termina la entrevista”. Se paró y se fue. Yo salí muy triste casi llorando porque lo admiraba mucho.

Poco de historia
–¿A qué se dedican tu padre y tu madre?
–Mi papá fue muchos años servidor público en la Secretaría de Educación Pública, fue director de los Centros de Educación Básica para Adultos. Mi mamá haciendo el trabajo de la casa, cuidándonos. Mi madre es todo un personaje.

–¿Hay una influencia más de mujeres en tu obra?

–Sí claro. Toda esa tradición que viene de mi madre y de mi abuela materna, que nació en Huetamo, Michoacán, y se pasó a vivir a Arcelia, Guerrero. Ahí tuvo a sus hijos. Murió el señor con el que estaba casada, se vino a CDMX. Mi abuela fue un gran personaje, tuvo una vida complicada, muy humilde. No fue una madre muy amorosa con sus hijos por lo que me cuenta mi mamá. Pero conmigo fue mi sol. Todo el tiempo me cantaba. Era un ser mágico. Murió hace mucho, pero yo la tengo presente porque me llena el corazón.


“Soy hijo de una tribu de mujeres. Mi padre era muy amoroso, pero él era los libros y sus discos. Yo convivía todos los días con tías, abuela, primas, y dos hermanas. Por eso cuando me metieron a una escuela religiosa el Colegio México donde cursé la secundaria, que es de puros hombres, fue lo peor que me pasó en la vida. Fue una cárcel en la que todos los días me golpeaban. Sufrí más que bulling. Un abuso recurrente brutal durante tres años que lamentablemente mis papás no vieron, y yo vivía amenazado, intentando matarme; me intentaron ahogar en un excusado. Cosas muy complicadas que incluso trato de no ir mucho ahí porque, aunque uno tiene que vivir con esas cosas, con grandes dolores, no se curan no se van, los acomodas. Pienso que mis papás en esta intención buena de quererme acercar a un nivel social más alto, en realidad me metieron a una cueva de lobos donde se me descalificaba hasta dónde compraba mi ropa porque todos se iban a Estados Unidos. Yo era un niño clasemediero normal, en una escuela de niños ricos. Era el blanco perfecto. Que mucho de eso hoy lo vivo en esta lucha política. Cuando leo los ataques de la derecha estoy leyendo a los chavos que me golpeaban en la secundaria. Son los mismos. Es el mismo pensamiento, el mismo tipo de desprecio a lo moreno, a los pobres, a la gente humilde, a la gente de este país”.

–Cuando empezaste en El weso era un medio privado y ahora estas en los medios públicos ¿qué diferencias notas?

–Empecé haciendo radio desde antes de El weso; ya llevaba muchos años trabajando en el mundo editorial. Fui desde corrector de estilo, redactor, reportero, columnista, editor. Tú sabes que la chamba en las redacciones es una chamba oculta. Tu trabajas para que otros se lleven el aplauso. Yo pasé la mitad de la vida en las redacciones. Empecé en El Nacional. Pasé por todas las secciones. Fui IBM, hacía pies de fotos y luego cabecero. Fue una gran escuela. Al final lo que hago hoy es la suma de toda la larga de ir y venir de los medios. Me tocó fundar Milenio, estar en la revista de El Universal. Me tocó ser parte de muchos grupos periodísticos de lo que aprendí básicamente de cómo no hacer las cosas.

–¿Eres un escritor a favor de la 4T?

–Más que con la 4T es con el movimiento que es una suma de muchos movimientos. No sólo es el movimiento político sino muchos movimientos que venimos empujando desde hace décadas. Acceder al poder de una manera legal a través del voto, sin tanta violencia como ha habido en otras ocasiones en este país. Claro que estoy completamente a favor, porque tiene que ver con la gente. Si quisiera llevarme bien con mis amigos mamones, sería antiamlo. Pero como me interesa llevarme con la gente que convivo en el metro y en la calle, ahí no encuentro gente que me diga “pinche chairo” porque todos nos reconocemos. Sí distingo que en el mundo que uno lee en twiter es una burbuja de pensamiento donde hay gente muy crítica que está enojada desde sus computadoras en Starbucks tomándose un café. ¡Qué curioso! Los más enojados con lo que está pasando en México son los que viven en Miami o en Texas y que desde allá dice “no puede ser la dictadura”. Falta de empatía de andar en el mundo real. Yo vivo en el mundo real. Me da mucho gusto ser parte no sólo de un movimiento que está tratando de transformar al país, sino de ser parte de mi país real, de sentirme a gusto en la calle, y no en una casa o un coche blindado, o a la Salinas Pliego mentándole la madre a todos, pero en helicóptero.

–Entre la poesía de Octavio Paz, y los poetas de este siglo ¿Cómo ubicas la poesía en la actualidad?

–Paz ya es un poeta eterno. Con sus contraluces siempre tiene poemas que son grandes monumentos de la palabra castellana y de nuestro tiempo. Siguen citándolo porque también hay un propio desconocimiento de nuestros propios valores de la literatura, o mitos mal construidos o construidos con mala leche que han hecho que se lea más a Paz que a Elena Garro. Creo que hay muchos autores que no hemos descubierto aún. Al mismo Xavier Villaurrutia, Elías Nandino, ya no digamos mujeres como Amparo Dávila, Cristina Rivera Garza por hablar de poetas contemporáneas y narradoras extraordinarias. Creo que se sigue hablando mucho de los mismos y que ni siquiera se leen porque yo veo que con Paz ya también es más la figura, la pose, y sus discípulos que la verdad son inmamables, le hacen daño a la figura de Paz, que sus representantes vivos en la tierra sean Guillermo Sheridan y Enrique Krauze, Christopher Domínguez. Dejó la escuela en los valores que él creía. La poesía no es para las altas esferas ni para rodearte en tu mesita redonda con los intelectuales más notables de Latinoamérica. No. La poesía es para compartirla con toda la gente. Antes la poesía era popular. Ahora que se nos acusa de populistas o populares, sí, yo digo que soy un poeta popular.

One Comment;

  1. Rebeca Pérez said:

    Qué hermosa entrevista a una persona tan entrañable como Fernando Rivera Calderón, su nuevo libro se ha vuelto uno de mis preferidos porque tiene esa calidez y buen humor que lo caracteriza, pero además hay unos poemas que te sacuden un poco (demasiado), como por ejemplo, el de la página 95 “Intento de poema budista”, “Esperando la magia”, “Los que sobran” que me recuerda a “Los Nadies” de Galeano.
    Mi favorito hasta este momento es “Expansivo” porque pude visualizar y sentir su concepto.
    Por último, quiero felicitar al querido Monocordio por su más reciente obra y por su actitud ante la vida en la que ha decidido transformar todo, hasta lo negativo, en arte.
    Aplausos 👏🏽👏🏽👏🏽

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