José Sarukhán, primer doctor en Ecología en México

Yureli Cacho Carranza
México, DF.- Su vasta dedicación al servicio público, a la investigación, a la cátedra y en especial a la ecología, no le han impedido a José Aristeo Sarukhán Kermez ser un buen padre, abuelo, amigo y excelente compañero de vida.
Durante su gestión como Presidente de la Academia de la Investigación Científica en 1984, José Sarukhán contribuyó a la creación del Sistema Nacional de Investigadores (SNI); como promotor de la actividad científica, logró sentar las bases para la instauración de esta importante distinción nacional que fortalece la ciencia, la innovación y la tecnología.
Con la modestia y sencillez que lo caracteriza, no sabe si calificaría de éxitos o victorias los frutos de su trabajo. “Es el resultado del esfuerzo y tiempo que uno invierte. Además de que he tenido una suerte y privilegio fenomenales al encontrarme con estudiantes y amigos de primera, de los que he aprendido mucho más de lo que seguramente ellos aprendieron de mí”, manifiesta.
“Se dice que la suerte es reconocer las oportunidades y usarlas, así que eso puede ser, tuve la suerte de reconocer buenas ocasiones para proyectar ideas y aunque no todas se han concretado, las que sí, han estado bien y han sido útiles. El sentimiento que tengo con relación a mi trayectoria es, sobre todo, de fortuna”, agrega.
Sus estudiantes
“Algo que es muy importante cuando se desarrolla un área que no existe en el país (se refiere al campo de la ecología) es no caer en la tentación de duplicarse a uno mismo; cuando uno regresa de un doctorado no hay que clonarse en los alumnos, sacar una serie de ‘copias Xerox de uno mismo’ no es la manera de empezar a formar una masa crítica y una comunidad de investigación seria”, opina.
José Sarukhán 4Esta manera de pensar le ha permitido a José Sarukhán contribuir de manera importante al fortalecimiento de una comunidad científica ecológica como la que actualmente existe en México, en sus palabras: “muy amplia y bastante sólida”.
Su estrategia fue conjuntar a personas de diferentes campos que consideró podrían construir una red de conocimiento para, posteriormente, formar doctores en diferentes ramas de la ecología en México. “Las comunidades serias y de calidad de científicos e investigadores no se forman de la noche a la mañana, hay que invertirles tiempo para que después rindan frutos muy abundantes”, comenta.

Entre esos frutos están el Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), del que fue fundador, y los derivados de este: el Centro de Investigaciones en Ecosistemas (Cieco) y el Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad.
Además, gracias a José Sarukhán se inició la formación de un grupo de ecólogos en México con competencia internacional. Su mismo Doctorado en Ecología obtenido en la Universidad de Gales, Reino Unido, le permitió enriquecer, aunque no duplicar, como él señala, la gama de disciplinas entre sus alumnos.
Precursor de la Conabio
José Sarukhán es coordinador de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) desde el inicio de dicha instancia en 1992. Sobre ella, el científico comenta que nació a partir de una idea previa a la reunión de Río de Janeiro de la que resultó el convenio sobre biodiversidad, la cual fue apoyada por el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari.

“Me llamó y me preguntó: ¿qué me sugiere como contribución de nuestro país a esa reunión? Es en ese momento cuando uno ve ‘los planetas alineados’ y es ahí donde está la suerte o fortuna de situaciones a las que me he referido. Mi experiencia personal, académica y profesional –que de estudiar taxonomía y florística pasé a la ecología; ecología de poblaciones y sistemas, bosques, selvas, así como ecología y biodiversidad global– me puso en medio del tema para la concepción de la Conabio”, narra.

José Sarukhán 3José Sarukhán 2José Sarukhán 1Sarukhán Kermez suele hablar en plural cuando, como buen líder, busca destacar que no ha hecho nada solo; es un actitud constante en él darle su lugar a los demás. “Desde su inicio, han participado personas de primerísimo nivel; con la concepción de la idea, Rodolfo Dirzo Minjarez; en la ejecución del proyecto, la dirección de Jorge Soberón Mainero; más cientos de personas comprometidas que con gran profesionalismo han trabajado en la construcción de este organismo para beneficio y servicio del país, incluyendo la participación de miles de investigadores mexicanos, generadores y principales contribuyentes de la información”, manifiesta.

Su gusto por la biología

“Tuve un profesor de secundaria que además de ser buen comunicador era un espléndido artista científico que hacía excelentes dibujos y me daba grima saber que los iba a jose sarukhanweb01borrar. También estuve en los scouts unos siete años en los que ir al campo, estar en él, convivir con la naturaleza y trabajar en equipo me atrajo mucho al tema”, recuerda.

No obstante, cursó la Licenciatura de Biología porque le parecía la única manera de acercarse al área de neurobiología o neurofisiología, que le fascina y le sigue intrigando. “En ese momento no había una carrera para estudiar esos temas. Sin embargo, al final terminé estudiando sistemas igualmente complejos como los ecológicos”, dice al respecto.

Su infancia y una madre ejemplar

Nacido en México, aunque de origen armenio tanto por ascendencia materna como paterna, José Sarukhán afirma que tuvo la gran ventaja de tener una madre que valoraba muchísimo la educación. Recuerda que, cuando murió su padre, apenas tenía nueve años: “Quedamos en condiciones económicas muy apremiantes. Sin embargo, mi madre hizo todo lo posible para asegurar que yo pudiera continuar con mis estudios. Mi contribución a la economía de la casa a esa edad hubiera resultado inútil, muy pequeña, por lo que a lo largo de todo el tiempo el propósito de mi madre siempre fue asegurar que yo estudiara”.

“Crecí en la colonia Doctores de la Ciudad de México; los compañeros con los que convivía de chico en lo último que se fijaban era de dónde venía uno; a los ojos de mis amigos de juegos todos éramos iguales y jugábamos a lo mismo. Nunca experimenté el sentimiento de ser tratado diferente por ser de origen extranjero”, comenta al cuestionarle sobre su origen.
Rector de la UNAM, su mayor satisfacción
Para el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1990, antes que una satisfacción primero es un honor y un privilegio haber tenido la oportunidad de regir a la UNAM durante ocho años, a partir de 1989.

“En lo personal no considero que exista posición más privilegiada para alguien que, como yo, vivía en el medio académico. Haber tenido esa responsabilidad que al mismo tiempo de grande e importante resulta enormemente satisfactoria, porque se ven resultados para la juventud de México que se está formando”, manifiesta el exrector.

Su mejor pasatiempo, la lectura

De trato amable, a José Sarukhán le satisface enormemente leer. “Leo mucho sobre cosas que, por ejemplo, no pude leer durante los ocho años que dediqué a la rectoría porque ahí no me quedaba tiempo más que para leer sobre el trabajo y funcionamiento de la universidad”, dice.

Asegura que durante su adolescencia e infancia disfrutó mucho los libros del italiano Emilio Salgari. “Aquellos que tenían que ver con los piratas de Malasia, Sandokán y otros ¡me encantaban! Los equivalentes deben ser hoy los de Harry Potter”, comenta.

“Existe una gran cantidad de literatura que uno goza enormemente; hay un autor inglés, Julian Barnes, que ha escrito libros verdaderamente buenísimos; el último, Niveles de vida, muy conmovedor, su sentimiento sobre casi llegar al suicidio después de la muerte de su esposa y como recupera su ser, es un texto que te saca las lágrimas”, refiere emocionado.

“Estoy terminando El hombre que amaba los perros,del cubano Leonardo Padura; habla sobre la historia de la muerte de Trotsky y es muy interesante. Los españoles Javier Marías y Javier Cercas, además de los clásicos como Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes igualmente me gustan”, añade.

Además de la lectura, José Sarukhán asegura que también disfruta de la jardinería: “Tenemos una casa en Morelos y el fin de semana me encanta ir allá, podar árboles y cuidar el jardín. Antes pintaba, ahora no me organizo para hacerlo pero me sigue gustando. También hacía carpintería pero ya no tengo espacio donde meter más muebles”.

Asimismo, al coordinador nacional de la Conabio le fascina la música. “Casi todo tipo de música me encanta; la folclórica de México y de otros países también, los sones jarochos y yucatecos, la vernácula mexicana, hasta la clásica y sinfónica. Encuentro a la música folclórica como una expresión muy sincera, de a de veras y legítima; lo mismo de la India que la sefardí o la de países árabes. Con relación a la música son pocas las cosas que no me gustan, como lo actual que escuchan los jóvenes, puedo oír una o dos piezas pero con esas tengo suficiente para un mes”, se ríe.

Lo que no tolera

“No me gusta la gente que no es honesta; uno puede tener diferencias con las personas pero cuando se sabe que lo que están diciendo es lo que están pensando, puede diferir o decir de plano ‘ya no quiero escuchar más de eso’, pero hay una honestidad. En cambio, cuando la gente piensa una cosa y dice otra me resulta repugnante; alguien que no es honesto no es recto. Yo a veces soy ofensivo porque soy directo y claro, entonces procuro tener cuidado, puedo no decir lo que pienso por prudencia pero no digo otra cosa. Poder confiar en lo que otra persona dice lo encuentro muy valioso”, concluye.

De esta manera, cerca del término de una tarde en el sur de la Ciudad de México, en su oficina de la Conabio, el afable expresidente de la Sociedad Botánica en México (de 1972 a 1975), entre muchos otros cargos y reconocimientos que, independientemente de su preparación han estado acompañados de la fortuna –considera él–, se despide para concluir la entrevista de la cual hizo una amena plática. “Hay mucha gente de gran valía a quienes las circunstancias no les permite estar en determinados momentos que pueden ser los más precisos”, finaliza.
Agencia Informativa Conacyt

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