Exilio del lenguaje, de los personajes y del desamor, en “Conjunto vacío”, de Verónica Gerber

*La obra ganadora del tercer Premio Internacional Aura Estrada, fue presentada en Oaxaca, donde nació el reconocimiento

Ernestina Gaitán Cruz

Oaxaca.- Verónica Gerber presentó en Oaxaca, “Conjunto vacío”, obra ganadora del tercer Premio Internacional Aura Estrada, reconocimiento creado por el escritor Francisco Goldman para contribuir a la creación de la gran literatura escrita por mujeres y honrar la memoria de su esposa, la novelista fallecida en el 2007 a los 30 años.

La autora premiada en el 2013, se propuso escribir “una novela que se quede sin palabras. Es decir, un texto en el que la escritura vaya de la saturación al vacío, experimentar con la prosa para que parta de la normalidad y se mueva hacia la extrañeza (…) Primero de forma muy simple: párrafos cada vez más cortos, capítulos cada vez más sintéticos, para después explorar escrituras ilegibles, disgrafías, idiomas inventados, etc.”

Y en la presentación de su libro y ante el director de Editorial Almadía, Guillermo Quijas-Corzo López y la presidenta de la Fundación Fondo Ventura, Vania Reséndiz Cerna, agregó que su trabajo también refleja mucho su experiencia como hija de exiliados argentinos.

Pero también tiene que ver con el exilio del lenguaje, de los personajes, del desamor y en donde hay una madre a quien los protagonistas no quieren ver pero que siempre está presente, agregó en el diálogo que mantuvo con la lingüista y poeta indígena Yásnaya Elena Aguilar Gil, quien participó en la presentación del libro publicado por Editorial Almadía.

En cuanto a su conformación, hecha de texto y dibujos, grafías en general, la autora dijo que para leer su obra, se necesita leer las imágenes para complementar la historia, mientras que Yásnaya Aguilar comentó que es necesaria la conversión para enterarse de significado. “No puedes correr con la lectura”.

Verónica Gerber 1¿Novela gráfica?

Verónica Gerber (Ciudad de México 1981) dijo que no tiene idea de cómo clasificar su publicación, porque además trata de huir de las catalogaciones. Sin embargo, agregó, el libro es exigente, obliga al lector a detenerse, a descifrar.
En este sentido, manifestó su deseo de que la relación con el lector sea más activa para que termine la historia como le guste, que escriba en las páginas, que lo raye, que el misterio le sea suficientemente atractivo para que haga el ejercicio; que cada lector agregue los finales posibles.

Al final de la presentación y para responder la pregunta de la poeta mixe Yásnaya Aguilar, comentó que algunos pasajes son ciertos como el del profesor que pidió a sus alumnos criar gallinas para después cocinarlas y comerlas como una manera de mostrar la vida de las cosas que tienen recorrido circular, que el principio y el final se juntan, y que le debe a ese profesor japonés, la capacidad de ver el mundo de otra manera.

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