Cartas encontradas (1966-1974), de Rosario Castellanos y Raúl Ortiz y Ortiz: el periplo de Ángel Cuevas en la labor de editor

*No cualquiera lee a Rosario Castellanos hoy día y menos si estamos hablando de jóvenes lectores. Además, en el contexto social, político, donde el feminismo cobra gran relieve y las manifestaciones feministas están activas hay que recordar que Rosario Castellano es una de las pioneras del feminismo en México

Alicia Alarcón

Ángel Cuevas, es poeta y editor. De 2008 a 2012 estuvo a cargo del Fondo Editorial del Instituto de Cultura de Morelos, ahora Secretaría de Turismo y Cultura, en cuya época llevó a cabo una importante labor editorial y de promoción a la lectura. Posiblemente desde entonces a la fecha, me atrevo a afirmar que no ha habido un trabajo de ese nivel en el estado. Más de setenta títulos se publicaron en este lapso, destaca Archivo Lowry, de Raúl Ortiz y Ortiz (1931-2016), estudioso de la obra del escritor inglés Malcolm Lowry, y por supuesto amigo entrañable de la escritora Rosario Castellanos.

Raúl Ortiz y Ortiz fue amante de las artes, políglota, ensayista, traductor y académico. En la última recta de su vida tuvo el firme propósito de publicar un epistolario que sostuvo con la autora del Eterno femenino durante diferentes etapas de sus vidas; aun cuando ya no lo alcanzó a ver publicado, la presencia del maestro está en la voz de Ángel Cuevas que nos platica sobre el contenido de Cartas encontradas (1966-1974), (FCE México 2022), así como el periplo que tuvo que pasar para ser publicado. ¡Qué mejor momento! a un año del centenario del natalicio y a medio siglo de la muerte de la escritora chiapaneca. Esta es la historia.

Ángel solía asistir cada ocho días, durante casi una década, a la casa del maestro con el que trabajó en diferentes proyectos. Cuenta que siempre se refería a él como su amanuense y lector, sin duda, ya que al final de su vida, estando en el hospital, Ángel fungió como una Scherezada moderna que sirvió como nexo de unión en la lectura de las cartas de la escritora Rosario Castellanos, y que sólo paraba de leer cuando el maestro se debilitaba o se quedaba dormido.

El título previsto de Cartas encontradas era Cartas robadas, ya que las originales de la escritora habían sido sustraídas de la biblioteca del maestro. Por suerte, él había conservado copias, a partir de las cuales se hizo este manuscrito. Después, su sobrina, Claudia Vidal Ortiz, se encontró en el desván de su casa con otras copias de las que él le había escrito a Castellanos, pero sólo del periodo en Israel. Entonces, cuando las localizaron Alfonso D´Aquino tuvo que rehacer el libro, y fue así como pasó a Cartas encontradas, que alude al hallazgo de las misivas.

Cartas encontradas (1966-1974), de Rosario Castellanos y Raúl Ortiz y Ortiz, es una joya editorial y literaria. Se trata de un epistolario inédito de dos intelectuales de la cultura mexicana que tenían en común el amor por la literatura, el cine y el teatro. La obra está integrada por un prólogo-ensayo titulado “Katún” de Raúl Ortiz y Ortiz, en cuyo contenido cuenta y explica la vida y obra de Rosario Castellanos; una correspondencia dividida en ocho Cartas de Norteamérica, escritas por Rosario Castellanos a Raúl Ortiz y 48 Cartas de Israel entrelazadas de ambos amigos. Además, un anexo con 13 cartas a diferentes personajes de la vida cultural y política, y de la investigadora Kathleen O´Quinn. Finalmente 13 fotografías de diferentes épocas, pertenecientes al archivo del maestro, las cuales fue reuniendo a lo largo de trece años que duró su amistad con Rosario Castellanos.  Aquí los argumentos de la importancia de este libro.

-¿Por qué debemos leerlo?  ¿Qué nos aporta?

– Tiene una gran vigencia porque Rosario Castellanos es una de las escritoras mexicanas más importantes de todos los tiempos. Había pasado mucho tiempo en que su nombre y su obra habían caído en el olvido, en el letargo, como bien señalas hay muchas tesis, pero estamos hablando de un ámbito académico, especializado. Vamos, no cualquiera lee a Rosario Castellanos hoy día y menos si estamos hablando de jóvenes lectores. Además, en el contexto social, político, donde el feminismo cobra gran relieve y las manifestaciones feministas están activas hay que recordar que Rosario Castellano es una de las pioneras del feminismo en México. Por otra parte, cobra gran vigencia porque nos permite enterarnos, de primera mano, a través de la voz de dos protagonistas de la cultura mexicana de élite del siglo pasado. También en el ámbito de la historia de la literatura mexicana tenemos una documentación valiosa.

 

-Este libro devela cómo se gestaban situaciones políticas, culturales y académicas. ¿Cincuenta años después de la muerte de Rosario Castellanos consideras que las cosas han cambiado?

-No, siguen y seguirán siendo las mismas. Vemos como un nombramiento que iba a tener Rosario Castellanos en el Colegio Nacional, aunque se lo anuncian casi le dan a entender que es suyo, después no le dicen nada, y de pronto este lugar es ocupado por Jaime García Terrés que era el yerno del doctor Ignacio Chávez. Esto no le resta mérito a la labor cultura, ni literaria ni diplomática de García Terrés, pero hubo un dedazo. No obstante que le ofrecieron el lugar, se lo anunciaron.

 

-El género epistolar ¿hace visible a los autores, los transparenta?

-Es muy interesante esto. En alguna otra entrevista alguien preguntaba cuál era la peculiaridad de este género. Tomemos en cuenta que no existía la inmediatez que tenemos ahora. Ambos son grandes amigos entrañables. Se lo confían todo, en persona y por carta este carácter íntimo privado. Y al mismo tiempo este lapso que tiene que pasar entre la escritura de una carta, y la lectura de ésta por su destinatario, tomando en cuenta que están en distintos países. También otro rasgo es que los dos son intelectuales; escriben literariamente, se permiten un monton de juegos, leguajes, bromas, humor negro.

 

-Ante qué libro estamos: especializado, de estudio, de investigación o de viaje, ¿dónde lo ubicarías?

-Toma en cuenta que estamos hablando de una edición crítica. Hay un editor de por medio que es el maestro Alfonso De Aquino. Si te das cuenta aparte de las cartas que además están clasificadas en secciones (las cartas de Norteamérica, de Israel),  aluden al hecho de que fueron de pronto “encontradas”, están también encontradas la del él con la de ella, es decir entreverado. No están separadas. El libro cuenta con un prólogo, ensayo profuso y profundo del maestro Ortiz y Ortiz. De Aquino fue muy cuidadoso en pedirle toda esta larga serie de notas a pie de página. Si el maestro no nos hubiera dicho quién era fulano o zutano, en qué época ocurrió tal hecho, sería mucho más difícil la lectura. Por otra parte, cuenta con una iconografía con pie de foto que ayuda a la comprensión. Es un libro de estudio que a los especialistas les sirve o les resulta de gran utilidad. También sirve para la gente que está interesada en la cultura mexicana, para quien es lectora de Rosario Castellanos. Sí está lleno de referencias culturales, pero creo que hay todo un aparato crítico que ayuda a solventarlas. Creo que cualquier lector a partir de cierta edad puede leerlo y comprenderlo, e informarse de lo que ofrece.

-Cada una de esas cartas es una microhistoria, una evocación.

-Yo creo que sí porque como la misma Rosario lo expresa: estaba contenta, feliz, realizada. Tenemos la idea de una Rosario, abnegada, sufrida y enamorada perdidamente de Ricardo Guerra. En esa época ya está divorciada, está escribiendo teatro y poesía, ha cambiado la residencia mexicana de Tel Aviv, le dice que está escribiendo un diario no de lo que le ocurre, sino de lo que se le ocurre. Estaba plena cuando la sorprendió la muerte.

-¿Rosario Castellanos logró tener un Cuarto Propio?

-No solo un cuarto, sino toda una casa frente a la playa. Cambio la decoración, hizo lo que quiso. Vivía con su hijo y ahí estaba en contacto con el personal de la embajada, así como con diplomáticos. Alcanzó una independencia total.

 

-¿La figura de escritora e intelectual no la demeritó al aceptar el cargo de diplomática en el gobierno de Luis Echeverría Álvarez?

-Se cuestiona el hecho de asumir el cargo, en ese gobierno. No obstante ve que es una oportunidad porque se abre una etapa de consumación y de transición. Va a ser un parteaguas en su vida. Ella es consecuente en el sentido de asumir una responsabilidad que se ve reflejada en la guerra de Yom Kipur. Emilio Rabasa (Secretario de Relaciones Exteriores 1970-75), su jefe, le da la instrucción de abandonar el país y regresar a México si su integridad está en riesgo. Ella decide permanecer al frente de la representación porque dice bueno si no hay una representación mexicana qué van a hacer los connacionales que pidan ayuda ante estas circunstancias adversas. En una función o en un cargo independientemente del gobierno en turno, se pueden hacer cosas. Tal vez no comulgues con la siglas de un partido, pero se pueden hacer cosas.

 

-¿Rosario Castellanos ejerció una crítica moderada?

-Esto se ve claramente cuando ella somete al escrutinio y a la decisión de su jefe Emilio Rabasa la publicación de su obra de teatro El eterno femenino como lo refiere en las cartas. Desde que estaba en México había comenzado a escribir esta obra de teatro y quedó insatisfecha con el resultado. En Israel la sigue escribiendo y la concluye. Pero muy diplomáticamente se la envía a su jefe, a  quien le dice claramente  que nunca se ha plegado ante una crítica de un tercero, y está consciente  y tenía la convicción de que lo que escribe es lo que quiere decir. Pero en ese caso, y habiendo aceptado este cargo pone a su consideración lo que él opine o decida acerca de la publicación de El eterno femenino. Y ahí es cuando vemos cómo asume ese puesto de subordinada. Rabasa le dice que no la publique. Ella se muere y la obra permanece inédita. Ortiz y Ortiz es el que conocía esa obra desde sus orígenes, ya que tenía la versión final.

 

-Hay una carta que refiere estar “colgada de la lámpara”. Pareciera una carta premonitoria ¿qué pensó el maestro Ortiz y Ortiz al respecto? ¿Lo llegaron a platicar?

-Desde luego que puede tener un carácter premonitorio y que era casi una broma macabra de la vida. Era una expresión utilizaba de manera recurrente, quedarse colgada de las lámparas. Tenía expresiones muy peculiares como por ejemplo “Ante las circunstancias adversas más mejor echarse, decía”.

 

El Periplo

Casi siete años tuvieron que pasar para que Cartas encontradas (1966-1974) (FCE México 2022) por fin saliera a la luz .

-¿A qué se debió que tardara tanto en publicarse?

-A la muerte de Raúl Ortiz, empezaron una serie de impedimentos para la publicación de Cartas encontradas. Por una parte, Gabriel Guerra Castellanos, hijo y heredero de la obra de Rosario Castellanos, firmó la autorización cuando estaba terminando el sexenio anterior, pero se frenó la publicación debido a la entrega recepción. La nueva administración del Fondo de Cultura Económica, bajo la dirección de Paco Ignacio Taibo II, revisó  los proyectos pendientes, y consideró que  dicha obra formaba parte de  “proyectos elitistas que el FCE no debe financiar”.

Ángel Cuevas, refirió que la editorial ya le había pagado una suma al hijo de Rosario Castellanos y otra a Claudia Vidal Ortiz, sobrina del maestro. Por otro lado, el FCE ya tenía los derechos, no podía cancelarse porque era un compromiso adquirido. Entonces fue que el Fondo los “invitó” a coeditar el libro. Esa invitación es un eufemismo, mencionó, porque ellos dijeron que nosotros deberíamos conseguir el presupuesto para que el libro se publicara. A  partir de ese momento, empezaron a tocar puertas.

El presupuesto para la publicación del libro era de trecientos mil pesos,  Ángel Cuevas se lo planteó a las autoridades culturales federales y gubernamentales, entre ellas a la entonces secretaria de Turismo y Cultura de Morelos, Margarita González Saravia, quien al principio le dijo ¡Ah! ¡Maravilloso, Rosario. Claro que sí. Transcurrió el tiempo y nada. ¡Todo mundo doraba la píldora que sí apoyaba! Para una institución publicar un libro no es gran presupuesto. Ninguna institución tuvo la sensibilidad de entender la importancia de esta obra. Finalmente tuvieron una reunión con familiares del maestro y un sobrino de él , Oscar Ortiz Soto fue quien ha puesto la mayor parte del financiamiento para que este libro salga, aunque este libro tiene el sello del FCE nada más porque ya estaba definido, pero no hubo apoyo.

El maestro Ortiz falleció en enero de 2016, a los 84 años. Sin embargo, había  alcanzado a terminar el libro y el prólogo de Cartas encontradas (1966-1974), epistolario que sostuvo con la autora de El eterno femenino, el cual publicó el Fondo de Cultura Económica (México 2022), en cuyo contenido se localizan estas cartas que pedía le fueran leídas sin parar. A esta obra Raúl Ortiz y Ortiz dedicó sus últimos tres años de  vida. En su lecho de muerte Raúl Ortiz y Ortiz,  pedía que le leyeran las cartas de su entrañable amiga Rosario Castellanos. La seducción de las palabras contenidas en cada misiva era un elixir que inyectaba a su vida casi inerte.

Ángel Cuevas cierra la conversación con un dejo de nostalgia, cariño y admiración al maestro Ortiz y Ortiz. Desde su trinchera, defiende con su voz y su pluma la labor de los escritores, poetas, artistas plásticos, para que la palabra sea una continua estela de luz en las ideas y el conocimiento.

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