Carmen Aristegui. El público quiere sangre

Salvador Flores/ Epitafio

Es un fenómeno de masas, espectáculo. El análisis va a dar para mucho más. Hay muy buenos escritos sobre el caso como el de Marco Levario, muy fino y detallado, y los de muchos fans-compañeros de Carmen Aristegui bastante buenos. Toda una escala de claroscuros entre dos extremos del periodismo, el militante y el complaciente con el poder.

Creo que este fenómeno es el surgimiento de un mesías y rebasa el asunto periodístico. Luego de la muerte del Chapulín Colorado estamos urgidos de héroes porque nadie puede contra los malos, la desprestigiada clase política de todos los colores.

Así no se ven los errores periodísticos de Carmen. Además ha tenido el buen ojo para trabajar temas que se han convertido en bombas mediáticas, porque la gran mayoría de los demás medios no los tocaron o porque fueron muy pero muy complacientes y omisos frente al poder presidencial.

Cierto, hoy hay mucha crítica a la figura presidencial. Caso especial es el de los caricaturistas que viven un momento de auge incomparable, -sus monos casi muerden-, y que supera incluso a los tiempos de Fox. Pero creo que hay algo mágico e impactante en la palabra y que el escucha no es capaz de analizar de manera inmediata, como ocurre con la lectura que obliga a la reflexión.

Otro asunto importante es que ha devuelto a la radio la gran virulencia que se mantuvo dormida por largos años gracias al control gubernamental, ahora potencializada por las redes sociales. Radio y redes sociales y un insuperable marketing con los corresponsales extranjeros. ¿Qué hago aquí escribiendo y secándome los sesos a estas horas de la madrugada?

En algunos casos, algunos noticiarios de radio han convertido en “periodistas” a verdaderos saltimbanquis, a simples lectores de noticias, ignorantes y débiles mentales que hablan incluso con faltas de ortografía, incapaces de escribir medianamente una nota simple.

Se ha hecho buen periodismo en medios escritos pero limitados por su escasa penetración en el mercado, y en medios en internet en los que hay mucha investigación, mucha calidad en la escritura, pero se han quedado cortos en los temas.

¿Ahora, quién va a escuchar noticiarios de radio? ¿Quiénes van a tener credibilidad?

Sin duda hay una sed de revancha en la sociedad, piden a gritos castigo para alguien. Qué alguien pague por todo. Y para encabezar la lucha se necesita un héroe sin partido aparente. ¿Y quién mejor que una periodista valiente que se ha enfrentado a los malos desde la palestra del micrófono?

El panorama me recuerda mucho cuando de niño iba a la lucha libre y el respetable pedía a gritos castigo para los rudos. “Quiero venganza”, diría Yokozuna. El público quiere sangre.

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