Pintor y escritor, Gerardo Murillo legó amplio acervo del aeropaisaje mexicano

  • Autor de cuentos, entre sus libros está Gentes profanas en el convento 

 

Artista incansable y curioso, Gerardo Murillo Dr. Atl (1875 1964) fue creador de una paleta única con su atl-color y de una técnica innovadora: el aeropaisaje; además de ser precursor del muralismo mexicano y fuente de la cual abrevaron grandes pinceles de nuestra plástica nacional, como Diego Rivera o David Alfaro Siqueiros. 

 

La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) recuerdan al artista plástico, hombre de intereses diversos, quien estudió pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes, así como filosofía y derecho en la Universidad de Roma con una beca que el gobierno porfirista le proporcionó entre 1897 y 1904. 

 

Apasionado de la naturaleza y la vulcanología, fue el artista que presenció y pintó con pasión, frente a frente, el surgimiento del volcán Paricutín en el estado de Michoacán, al que dedicó dos años de estudio. 

 

En 1950, el artista donó al pueblo mexicano, a través del Museo Nacional de Artes Plásticas -Museo del Palacio de Bellas Artes-, piezas que hoy resguarda el Museo Nacional de Arte (Munal), una colección de 130 dibujos y 11 pinturas realizadas de este volcán, considerado uno de los más jóvenes del mundo. 

 

Entre estas obras se encuentra Erupción del Paricutín, realizado en 1943, realizado con atl-color sobre madera, en donde los tonos rojizos y candentes, así como el desolador paisaje que rodea aquella majestuosa imagen, son ahora registro visual de la devastadora fuerza de la naturaleza. 

 

La investigadora Pilar García describe así la imagen: Con una pincelada vigorosa y contrastando tonalidades grisáceas con rojos candentes, Atl pinta el volcán por su lado noreste mostrando parte de su desgajamiento. Él mismo menciona que ‘durante la noche, aún con el cráter lleno de vapores y de humo, era más fácil discernir las funciones de esas bocas’”. 

 

El Munal resguarda además obras como Cola de caballo (1942), un paisaje que revela su interés por el paisajismo japonés, con el cual entró en contacto durante su estancia en Europa, donde las vanguardias habían puesto la mirada en el arte oriental. Sobre esta pieza, García señala: “al igual que en el arte chino y japonés, el pintor logró sintetizar con precisión las formas de la naturaleza”. 

 

De un recorrido intenso, tras de sí dejó grandes contribuciones a la cultura nacional, entre ellas el libro Cómo nace y crece un volcán, el Paricutín (1950), considerado una joya bibliográfica de nuestro país.  

 

El jalisciense también dedicó parte de su tiempo a escribir poesía, Las sinfonías del Popocatépetl (1921), pero también gran narrador con libros como Cuentos bárbaros. Las olas, el hombre y el perro (1922), ¡Arriba, arriba! (1927), Cuentos de todos los colores (1933), Un hombre más allá del universo (1935), El Padre Eterno, Satanás y Juanito García (1938). 

 

Escribió la novela Gentes profanas en el convento (1950), donde, entre otras cosas, narra el asesinato del presidente Venustiano Carranza en Tlaxcalaltongo y del presidente electo Álvaro Obregón, con una pluma dinámica y vívida. Entre sus libros también se encuentra Un grito en la Atlántida (1947).  

 

Dr. Atl ingresó al Colegio Nacional en marzo de 1951, nombramiento al cual renunció en julio de 1951. Medalla Belisario Domínguez 1956 y Premio Nacional de Ciencias y Artes 1958. 

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