José Luis Martínez
Oaxaca, 6 de abril de 2018.- En redes sociales acusan al grafitero “Awas” como responsable del daño al patrimonio histórico de los oaxaqueños, luego de que dejó su “firma” en el grafiti que daño gravemente la antigua puerta de madera del templo de San Agustín, ubicado a una cuadra del Zócalo de Oaxaca.
Usuarios de redes sociales compartieron fotos y capturas de pantalla del usuario de Facebook Awas Esmahckstyle (awadicthos), sin embargo en la web y en esa red social no aparece ningún usuario con esa denominación.
El grafiti provocó la indignación de los oaxaqueños debido a que se trata de un templo histórico que continuamente ha sido dañado por vándalos y organizaciones políticas que se manifiestan en la capital del estado, como muchos de los edificios del Centro Histórico de Oaxaca.
Este templo ha sufrido daños en sus paredes de cantera de manera continua, debido a que se ubica muy cerca del edificio de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, en la calle de Armenta y López, donde el magisterio se ha apropiado de esa vialidad para establecer un estacionamiento para sus dirigentes, una zona de tianguis y de vendedores ambulantes, así como de “empresas” propiedad de profesores que ofrecen servicios de transporte en autobuses a la Ciudad de México con muy bajos costos, pero sin ningún tipo de seguro para los usuarios.
El atrio del templo se ha convertido también en estacionamiento y en lugar de concentración para integrantes del “escuadrón de la muerte” y drogadictos, quienes a la luz del día consumen todo tipo de drogas en ese lugar y han cometido infinidad de cristalazos a vehículos estacionados en sus cercanías.
La inseguridad en esa céntrica zona se debe a que las autoridades municipales y estatales tienen miedo de provocar el enojo de los maestros de la Sección 22, porque las corporaciones no se atreven a realizar rondines en la esquina de las calles Armenta y López y Guerrero, porque se considera que la zona es “propiedad” del magisterio y pueden sentirse muy ofendidos si se acerca por ahí algún policía.
Esta alta de vigilancia fue aprovechada por “Awas” para dañar de manera grave el patrimonio de los oaxaqueños con una pinta de letras y números sin ningún valor artístico.
El templo fue elaborado en la última década del siglo XVII. Las obras, que por espacio de treinta años se realizaron, tuvieron como finalidad el replanteamiento formal del templo y la construcción del convento, mismas que fueron costeadas por el generoso filántropo portugués don Manuel Fernández Fiallo, y un benefactor de nombre Lorenzo de Mendoza. La construcción global, fue terminada en 1722, año de su consagración.
En 1862, a raíz del decreto de exclaustración, el Gobierno Federal cedió el convento al Instituto de Ciencias y Artes. En 1893, el Obispo Eulogio Gillow adquirió el convento, y fundó ahí la Casa de Cuna, institución de beneficencia infantil, que hasta la fecha ha perdurado.
El templo de San Agustín posee una de las portadas más vistosas de la ciudad. En su interior guarda auténticas joyas que sorprenden por su originalidad y calidad artísticas.
La portada, de estilo barroco, fue realizada por el escultor Tomás de Sigüenza. Está dividida horizontalmente en tres cuerpos, separados entre sí por entablamentos; en forma vertical, consta de tres calles divididas entre ellas por juegos de columnas de diferente orden. En el primer cuerpo destaca el acceso al templo, bajo un arco de medio punto, en cuya clave se encuentra un emblema de los agustinos. A ambos lados, en las entrecalles delimitadas por columnas jónicas, dos nichos albergan las imágenes de San Nicolás Tolentino, a la izquierda, y de San Juan de Sahagún, a la derecha. Abajo de los nichos figuran dos cartelas con inscripciones en latín, alusivas a la reconstrucción del templo en los siglos XVII y XVIII.
En el segundo cuerpo, la calle central contiene un cuadro dedicatorio, cuyo personaje central es San Agustín, obispo de Hipona. San Agustín, barbado y vistiendo el hábito talar de los agustinos, extiende su brazo derecho en actitud pastoral, mientras que con la otra mano sostiene la maqueta de un templo. Arriba del obispo, dos querubines sostienen su casulla bajo la cual quedan protegidos un grupo de frailes en actitud de oración. A los pies del Santo hay tres cabezas de hombres barbados. Las calles laterales tienen columnas corintias; los nichos alojan las esculturas de San Alipio, a la izquierda y, Santo Tomás obispo de Valencia, a la derecha.